miércoles, 4 de marzo de 2009

Ausencia.



No es excluyente la ausencia del otro y la presencia de uno mismo. Cuando la riqueza propia no basta para cubrir el agujero que deja la ausencia del otro, es ahí cuando la desolación puede aparecer.
Puede haber varias ausencias de otros, pero hay "un otro" tan importante en determinadas épocas de la vida de una persona que la desolación y la muerte es inevitable.
Un bebe y su madre (o alguien que juegue ese rol), un enfermo y alguien que lo haga "querer vivir", ahí no basta con al presencia de uno mismo... y la vibración de un universo entero nada vale cuando el mundo está colocado en una persona.
Así el enamoramiento, la muerte de alguien cercano, la maternidad... son momentos que pueden hacer temblar al más armado.La diferencia es que la desolación es sólo un tiempo breve en las personas con "buen interior", en las otras (dependientes, necesitadas siempre de alguien para que su vida tenga sentido) la desolación puede ser el comienzo de un sin fin de sentimientos devastadores.


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